lunes, 10 de mayo de 2010

Conservación y participación ciudadana

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ES CADA VEZ MÁS EVIDENTE la importancia de planificar los usos en la ciudad, incluyendo la idea de conseguir espacios afines a cada una de las diferentes actividades, pretendiendo el mayor consenso posible, privilegiando el sentido común y atendiendo la toma de decisiones con el conocimiento de los profesionales mejor capacitados, por encima de la imposición política o la lucha de poderes. Esto es particularmente pertinente en el caso del Parque Miranda, donde la afectación por la construcción del Metro es absolutamente necesaria y los vecinos lo han entendido así, pero tanto la planta concretera allí instalada como los otros usos no conformes deberían tener un destino más feliz.
    Actividades de las más variadas tienen en común el rechazo generalizado de las comunidades por los efectos asociados a ellas, desde el ruido y el tráfico hasta las especificidades de la contaminación del aire y la inseguridad. Una escuela, un terminal de autobuses... una planta concretera. Múltiples y variopintas razones hacen que sea conveniente hacerles espacio, pero en un lugar adecuado. Seguimos en la búsqueda de espacios para reubicar actividades, con la mirada puesta en el compromiso de recuperar el Parque, porque la importancia de la planificación es sólo equiparable con el respeto que podemos conferir a lo planificado.
En ciudades como Caracas, conseguir los espacios para las actividades que nadie quiere —pero todos necesitamos—, puede convertirse en una labor titánica que, a juzgar por lo recurrente del tema, deberíamos hacer con mayor destreza. Sin embargo, es la torpeza lo que impera.

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