domingo, 16 de diciembre de 2012

TITULARES #12 DICIEMBRE 2012

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  • La caja premiosa e inconclusa | por Guadalupe Tamayo
  • Nuevos caminos de la arquitectura residencial en Venezuela | por María Elena Hernández
  • Las viviendas del Musarq | por Beverly Hernández
  • El monólogo del Hortus Botanicus | por Glenda Yépez
  • Arquitectura y Urbanismo en Élite (1925-1959) | por Beatriz Meza
  • Villanueva y el Pabellón de Venezuela en la Expo 67 | por Moisés Chávez
  • Un recorrido por tres dimensiones | por Patricia Morales
  • Villanueva y el Pabellón de Venezuela en la Expo 67

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    Moisés Chávez Herrera

    La Expo 67 es uno de los casos de las llamadas Exposiciones Universales originadas a mediados del siglo XIX, y desarrolladas en la segunda mitad del siglo XX. Estas exhibiciones funcionan como “medio” para exponer y publicitar la producción, artesanal e industrial, de los distintos países del mundo.
        Inicialmente parten de una iniciativa local y pronto asumen una condición más general, desde el momento en que son comprendidas como vía para mostrar la producción cultural y tecnológica a un marco internacional, y así insertar los productos de cada país, a la dinámica del sistema capitalista internacional.
        En el año 1967, Montreal (Canadá) es la ciudad escogida para que la exposición se desarrolle. Una serie de pabellones tendrán la tarea de representar temas asociados al hombre y los avances tecnológicos pero, a la vez, estos edificios también intentarán reproducir como contenido a determinados países del mundo, valiéndose de los dos puntos anteriores para desarrollar la retórica de lo que encierran y de lo que muestran.
        Venezuela es uno de los países que se suman a esta muestra universal, y Carlos Raúl Villanueva es el arquitecto “principal” encargado del diseño de la edificación y de parte de la dirección de su construcción.
        Para ese año, este arquitecto venezolano se encuentra en su “fase madura” respecto a su labor profesional. Manifiesta una consecución de determinados principios y teorías artísticas y arquitectónicas propias de la modernidad (como, por ejemplo, aquellas de Le Corbusier) pero, a la vez, ciertas innovaciones y alteraciones de muchos de estos principios.
        Coincidentemente, esta es una época en la cual los “maestros de la modernidad” han evaluado sus “proyectos modernos” y han presentado extensiones o contraposiciones a estos. Villanueva entonces tiene la oportunidad de revisar las propuestas construidas durante la modernidad, reformular posturas y renovar sus criterios arquitectónicos a través de las convenciones contemporáneas; es “una puesta al día”.
        En esa fase se produce el caso excepcional de la Ciudad Universitaria de Caracas y destacan las propuestas asociadas a la vivienda, ya sea la producida desde la iniciativa privada o pública (Casa Caoma, Casa Clara Rosa Otero, Unidades del Banco Obrero).
        Destacan en esta última línea de “revisión y renovación” varios proyectos de carácter público y museológico, donde Villanueva asume una actitud independiente de la expuesta en las edificaciones “prototípicas” de la Ciudad Universitaria, y estos son: la ampliación del Museo de Bellas Artes, el Museo Soto y el Pabellón de Venezuela en la Expo 67 de Montreal.
        El Pabellón de Venezuela en la Expo 67 será un caso donde se reúnen ciertas reformulaciones de ideas modernas (Boîte à Miracles y Museo Moderno, de Le Corbusier), y se produzca la consecución y variación en torno a otros “ensayos”. Así se asocia a este pabellón la idea de la Obra de Arte Total, que es planteada bajo nuevas condiciones, distintas a las de la producida en la Ciudad Universitaria.
        ¿Qué hace distinta a esta Obra de Arte Total en Canadá? La asociación progresiva con la arquitectura de una serie de elementos tecnológicos, los nuevos dispositivos provenientes, en parte, de la tecnología utilizada en el marco de la Segunda Guerra Mundial, parcialmente vinculada a los medios de comunicación de masas y que, por otra parte, permitirá ciertas transformaciones en torno a las artes “tradicionales” o “clásicas”.
        La música electroacústica, los videos multimedia, entre otros, serán parte de los elementos componentes de esta nueva Obra de Arte Total, a cuya conformación se une la figura fundamental de Jesús Soto, otro “director” importante en esta reunión de artes y artistas.
        Por último, la difusión de la experiencia de la Expo de Montreal a través de los medios de comunicación de masas es fundamental para entender este caso. Surgen una serie de escritos que se publican fundamentalmente en periódicos y revistas internacionalmente reconocidos que, por un lado, describen la exposición, la reseñan y, por el otro, legitiman su valor a través de los escritores reconocidos que la interpretan.
        Allí, el Pabellón de Venezuela encuentra un lugar especial para ser reproducido y parte de su contenido es divulgado a través de los medios, pero también, interpretado a partir de ópticas determinadas.
        Así, la idea del “Pabellón Minimalista” cobra fuerza desde el momento en que este es interpretado desde la Revista de Arquitectura Architectural Forum como una escultura y entendido casi exclusivamente a partir de sus colores, materiales y otros elementos asociados a su aspecto exterior.
        La condición efímera de los pabellones permite que estas interpretaciones luego funjan como parte de los escritos “oficiales” que “exponen” y reproducen a esta edificación. El Pabellón de Venezuela de la Expo 67 perdura en la historiografía actual, definido aún bajo estos términos contemporáneos y a partir de ciertos escritos en nuestra actualidad pero, ¿qué es lo que sabemos de este pabellón?
        ¿Conocemos el Pabellón de Venezuela de la Expo 67, de Carlos Raúl Villanueva? ¿En realidad?
        Este escrito es un avance de las líneas de investigación expuestas en mi Plan de Tesis o Trabajo Final de Grado, denominado Villanueva y el Pabellón de Venezuela en la Expo 67: una Obra de Arte Total, de la Maestría en Historia de la Arquitectura y Urbanismo, en la Universidad Central de Venezuela, iniciada a finales del año 2009.

    Las viviendas del Musarq

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    Beverly Hernández 

    Al ingresar al Musarq inmediatamente capta toda la atención la principal y única exposición que se muestra en sus espacios, los logros de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Este programa del gobierno venezolano, que se inició hace poco más de año y medio, pretendiendo solventar la deuda habitacional en el país, con la construcción de 3 millones de viviendas para 2019, es explicada con razones ampliamente conocidas en todo el primer piso del museo. 
        A partir del segundo y hasta el tercer piso, los proyectos que se enmarcan en este programa, ubicados casi todos en la Gran Caracas, se despliegan con planos en su mayoría muy bien presentados que, muy a su pesar, invitan a detallarlos. 
        A través de una mirada estética se puede observar la diversidad en los diseños de los edificios multifamiliares de mucho más de cuatro pisos, que es la altura recomendada para reducir costos de construcción y mantenimiento en las viviendas populares. Se evidencia entonces que ni el costo de construcción ni el de mantenimiento han sido premisas de diseño. 
        En cuanto a los sistemas constructivos también se observa variedad entre la utilización de muros de concreto o sistemas tipo túnel, estructuras más tradicionales como los pórticos de concreto o estructuras metálicas, hasta algunos menos convencionales como sistemas metálicos articulados. Estos últimos me sorprendieron nuevamente por la altura de los edificios construidos. 
        Los sistemas articulados permiten en sus nodos cierto movimiento, que se restringe con otros elementos como las cruces que muchas veces observamos en las fachadas. Sin embargo, para zonas de mediana o alta sismicidad, como Caracas y gran parte de Venezuela, su uso debe ser cuidadoso y una de las restricciones es, precisamente, el número de pisos que se pretendan estabilizar. 
        Esta agrupación, a mi parecer excesiva de unidades de viviendas, con densidades tan altas, amenaza con provocar pequeños caos que se podrían acentuar, entre las relaciones vecinales y el mantenimiento de los conjuntos, pues está más que comprobado que negociar y ceder a veces nos cuesta mucho. 
        Sin embargo, las soluciones individuales de cada vivienda pueden ganar algún afecto si se les aísla sólo para su análisis, pues si se mantiene esa individualidad como protagonista del diseño, obtenemos piezas que no se engranan con su entorno en lo absoluto, grandes torres o superbloques con algunos intentos de espacios abiertos para el esparcimiento, todos al nivel de acceso, con restringidas áreas verdes. 
        Partiendo entonces del supuesto de que sólo en algunos de estos proyectos existe una firma arquitectónica, el llamado a reflexión se centra en la falta de conexión entre el diseñador y el habitante, entre los problemas y las soluciones, entre el pedestal y el piso y, en definitiva, entre el gobierno y su pueblo. 
        La solución comenzará a ser apreciada cuando se entienda realmente el problema.

    jueves, 13 de diciembre de 2012

    Arquitectura y Urbanismo en la revista venezolana Élite (1925-1959)

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    Beatriz Meza

    Aún hoy día, la historia de la Arquitectura y del Urbanismo en Venezuela carece de testimonios historiográficos suficientes para su abordaje e interpretación. Ante este vacío, usualmente se apela a variadas fuentes documentales, incluyendo las hemerográficas cuya importancia es esencial desde el siglo XIX y prevalece por lo menos hasta 1959 cuando se publica Templos coloniales de Venezuela de Graziano Gasparini, considerado como el primer texto de historia de la arquitectura nacional. Así se inicia la producción bibliográfica de estos temas en el siglo XX, disminuyendo la relevancia de los impresos periódicos como medios de difusión del saber arquitectónico y urbanístico. Es con respecto a esas áreas de conocimientos y en ese particular marco histórico que ha sido estudiada la revista caraqueña de intereses generales Élite desde su aparición en 1925 hasta 1959, análisis al cual se refieren las siguientes notas. 
        Una comprensible escasez de escritos específicos sobre Arquitectura y Urbanismo se constata del examen de Élite en el lapso indicado, debido a su orientación periodística universal aunque también es posible observar las tendencias gubernamentales que en esas materias se asumen en el país. Ya fuera el enfoque centrado en lo sanitario-asistencial, lo educacional o las intervenciones territoriales y urbanas se hallan imágenes y datos sobre obras o proyectos que, si bien no son concluyentes en sí mismos, sí permiten encaminar búsquedas más precisas de información en otras fuentes. 
        En cuanto a artículos sobre historia y patrimonio arquitectónico-urbanístico, el registro específico efectuado muestra que en esos años en Élite se tocan primordialmente aspectos concernientes a Caracas: iglesias y cementerios, la cuadra Bolívar, zonas de La Pastora y Antímano. Sobre arquitectos hay algunas entrevistas a venezolanos como Carlos Raúl Villanueva, Luis Malaussena, Heriberto González Méndez, Tony Manrique de Lara, Julián Navarro y al español Rafael Bergamín, además de menciones y avisos inherentes a diversos proyectos. Material significativo es el tocante al arquitecto venezolano Rafael Seijas Cook cuya obra escrita y construida es reseñada en esta revista, hecho que resalta en medio de la escasez historiográfica comprobable respecto a la arquitectura nacional, porque en un notable grupo de escritos se muestra su preocupación por expresarse y opinar acerca de lo concerniente a la disciplina de esos años. En síntesis, Élite puede tomarse como una fuente primaria de indagación cuya visión sincrónica de las noticias nacionales e internacionales aporta la precepción del común de la sociedad acerca de temas especializados como la Arquitectura y el Urbanismo, además del aporte particular a algunos profesionales nacionales y extranjeros.

    La caja premiosa e inconclusa

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    Guadalupe Tamayo

    Cuando uno visita un museo las obras, por lo general, están expuestas en paredes, paneles o existen pantallas digitales. Pregunto: ¿cómo ha de ser un museo de arquitectura? Quisiera reflexionar sobre el museo de arquitectura que diseñara Oswaldo Mathias Ungers. Para ello, el arquitecto seleccionó una edificación patrimonial relevante y la adaptó matemáticamente. Ungers realizó un vaciado del espacio interior y dentro colocó una miniatura de casa. La exhibición es la Arquitectura en sí misma. Allí se da un juego de envolventes, una acción lúdica de ingeniosa matemática. Al centro del espacio se exhibe lo importante: la verticalidad, la maravilla de estar envueltos dentro del juego espacial impoluto. Aquí Ungers presenta un espacio arquitectónico con penetraciones lujuriosas de luz, que rozan y acarician las paredes blanquecinas. Sólo a un alemán se le pudo ocurrir esta idea perfecta, un alago para la Arquitectura, mostrarla a sí misma en su desnudez, en su perfección inmaculada, producto de su pasión por el cuadrado. En las dos fotos que acompañan este texto se develan las intenciones creadoras: la casa dentro de la casa, el esplendor de la espacialidad y la luz. 
        Algunos profesores y alumnos de la FAU realizamos una visita al MUSARQ. Juan Pedro Posani, constructor del edificio, explicó sus virtudes y defectos. Resaltó que esta edificación corresponde a “una necesidad social de acercar la arquitectura al ciudadano”. Posani dijo que en ese terreno existía, inicialmente, una plazoleta de acceso al recién restaurado Nuevo Circo. Entonces había un vacío que conectaba visualmente a la avenida Bolívar. No obstante, por distintas circunstancias, se decidió colocar allí una edificación destinada a la venta de artesanías. Esta se había comenzado a construir y, de pronto, por condiciones desconocidas, esta caja se transformó en el Museo de Arquitectura. 
        Es posible que otro resultado se hubiese logrado, si diferentes tomas de decisiones se hubiesen concretado. Conciliar el pasado y el presente hubiese sido una buena estrategia. Haber pensado en una solución que conectara a la avenida con el Nuevo Circo hubiese sido un acierto. Un edificio en el cual quedara mimetizado el volumen museístico, bajo un mar de escalinatas, a la mejor manera de la Plaza España en Roma. Si esto se hubiese considerado, obviamente otro sería el resultado. Diseñar una caja tecnológica que absorbiera el estruendoso ruido de la avenida, hubiese sido prudente. Una respuesta en donde pasado y presente se conciliaran. En MUSARQ faltaron decisiones enérgicas. También se tomaron medidas apresuradas que dejaron huellas de lo “pendiente”: una caja premiosa e inconclusa. El tiempo dirá si ellos con sus disposiciones estaban acertados o no. 
        Un alumno en la conversación con Posani reprochaba el aspecto general del edificio, a lo cual él respondió que de alguna forma así es nuestra realidad: inacabada, imperfecta, producto de la inmediatez. Ante esa afirmación me parece oportuno recordar unas palabras de Claudio Pastro: “La belleza genera belleza”.

    Nuevos caminos de la arquitectura residencial en Venezuela

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    María Elena Hernández 

    En Caracas abrió sus puertas el Museo Nacional de Arquitectura, con la muestra denominada La vivienda en Venezuela: hoy y mañana, espacio que despliega la arquitectura de la Gran Misión Vivienda, con las propuestas ejecutadas por el Gobierno del Distrito Capital, Fudacaracas, el Ministerio para la Vivienda y el Hábitat a través de sus convenios nacionales e internacionales, y la Oficina de Planes y Proyectos Especiales de la Presidencia de la República. 
        El recorrido de la exposición inicia con frases como “La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres” acompañada de enormes imágenes contrapuestas, una vista aérea del conjunto urbano de la plaza Altamira, con otra de las techumbres de un barrio que no pudimos identificar. 
        Como causante del deterioro de la calidad de vida se señala el “régimen capitalista”, y como solución al problema del déficit de viviendas, se elabora un plan de construcción masiva, en 7 años, cifra que desafía las 800 mil viviendas que el Estado venezolano había construido en 40 años, hasta el 2000. 
       Entre planos y hermosas maquetas, exploramos las propuestas arquitectónicas que dan forma a un conjunto un tanto dispar en resultados. Despuntan las elaboradas por Fundacaracas, interesantes propuestas residenciales llenas de trópico, agrupaciones basadas en la lectura del patio como elemento configurador del conjunto, exploraciones estructurales y de fachadas muy apropiadas con nuestro clima y modos de vida, herederas de la arquitectura residencial de los años sesenta, de Vivas, Galia, Vegas, Breto o Sayago. Provocadora la propuesta de la Plaza de la Revolución, enorme espacio público ubicado sobre la avenida Bolívar y cercado por bloques de viviendas, que estimularían las dinámicas urbanas de una zona actualmente tomada por el vehículo. 
       En un contrasentido, mencionaremos las respuestas del Gobierno del Distrito Capital y los convenios nacionales del Ministerio de la Vivienda, soluciones habitacionales simplistas en lo referente a la implantación urbana, esquemáticas en cuanto a las formas de organización espacial de la unidad de vivienda, y carentes de búsquedas que vinculen la edificación a nuestras condiciones climáticas y culturales, tentativas que parecen resolver un déficit numérico. Finalmente las propuestas más preocupantes, las incorporadas a través de convenios internacionales con China, Portugal, Bielorrusia y Turquía, entre otros, metros cuadrados residenciales desvinculados del entorno físico, social y cultural de donde se ubican, carentes de impulsos sobre lo público, tristes cajas para habitar ubicadas en el interior de país, en Barinas, Guayana o Aragua. 
        Una exposición para todo ciudadano interesado en identificar los principios y medir las capacidades de los grupos que dirigen los nuevos caminos de la arquitectura residencial de nuestro país.

    Un recorrido por tres dimensiones

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    Patricia Morales 

    Resulta interesante visitar la muestra Escultura Escultores que presenta la Galería de Arte Ascaso en Caracas, como cierre del año 2012. Esta colectiva, que ocupa los tres pisos y la terraza del edificio de la galería, propone una revisión de más de 50 años de historia de la escultura en Venezuela. La exposición es esencialmente cronológica y reúne obras de treinta y siete artistas de tres generaciones. 
        Si bien en las abigarradas salas de la Galería no es fácil percibir con claridad la propuesta curatorial, en el catálogo se menciona un acercamiento a los planteamientos que caracterizan a la obra tridimensional en Venezuela: desde lo volumétrico, lo espacial y aéreo, el relieve adosado al muro y lo figurativo. La selección de los artistas contempla renombrados escultores del país, pero deja por fuera a un número de ellos que, sin duda, es necesario citar en el estudio de ese gran panorama de la escultura en Venezuela. 
        La exposición comienza en la planta baja con la selección de doce maestros escultores de dilatada trayectoria, y en muchos casos aún activos, como Lía Bermúdez, Harry Abend, María Cristina Arria, Cornelis Zitman, Pedro Barreto, Víctor Valera, Oswaldo Vigas, Pedro Briceño, Alirio Palacios y Yuye de Lima, además de la presencia ineludible de Jesús Soto y Francisco Narváez. La sala 2, bajo el nombre de Nuevas Visiones, agrupa los trabajos de 18 artistas que vendrían a dar desarrollo al movimiento escultórico venezolano que se inicia en la década de los cincuenta. Entre ellos podemos mencionar a Felipe Herrera, Rolando Peña, Rafael Barrios, Noemí Márquez, Milton Becerra, Jorge Zerep, Alexis Mujica, entre otros. En la sala 3 se agrupan, con el nombre de Otra Generación, los trabajos recientes de artistas como Sydia Reyes, James Mathison, Vicente Antonorsi, J.J. Moros, Humberto Salas y Luis Mille, con la responsabilidad de representar a las tendencias más contemporáneas de la escultura en el país. La muestra cierra en la terraza del edificio con el espejismo de reunir a manera de síntesis a los escultores más emblemáticos del país. 
        Dijo Roberto Guevara en una de sus reseñas periodísticas: “cuando se considera el panorama artístico del siglo, la escultura parece haber crecido un poco por su cuenta y riesgo… transitando en un comprensible término medio. Suyos son, en efecto, los más fuertes imperativos en el orden físico, su vinculación directa a la tangibilidad, a la consecuencia, al hecho concreto que aborda las tres dimensiones”. 
       En el contexto actual de la ciudad y del país, estas iniciativas privadas revelan la imperiosa necesidad de profundizar en la investigación e indagación artística, la participación de nuestros museos en esta tarea y, sobre todo, del rescate urgente de la experticia ya alcanzada en lo museográfico y montaje de exposiciones.

    miércoles, 12 de diciembre de 2012

    El monólogo del Hortus botanicus en nuestra ciudad

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    Glenda Yépez

    Hortus botanicus, o lo que comúnmente conocemos como Jardín botánico, es un espacio verde donde se recrean los ambientes tropicales y la biodiversidad vegetal, que dibuja alguna exuberancia o belleza especial. Un jardín botánico forma parte del desarrollo cultural de una ciudad, y su sensación de calma oculta ánimos de intensa exploración.
        Una manera que tiene una ciudad de hacerse gala es a través de su hermoso jardín, lo vemos en São Paulo, cuyo visitante consigue percibir un paisaje estupendamente recreado y protegido. Más allá, tenemos el Kew de Inglaterra, Patrimonio de la Humanidad (UNESCO), donde lo verde dialoga con esculturas de Moore y entre pabellones que promueven prácticas estéticas y sustentables. Y no tan lejos el Jardín Botánico de Medellín, que exhibe una joya arquitectónica, el “Orquideorama” con las señas de identidad que ahora vende esa ciudad.
        Hay que pasearse por diversos jardines botánicos para entender que estos lugares contienen una extradimensión, que para el caso de nuestra ciudad Caracas se observa semidormida, y si curioseamos la intimidad de su gran jardín, podemos encontrar importantes halos de historia y trazos de vida que se fraternizan silenciosamente ante el muro del olvido que ha implantado la mismísima ciudad y sus habitantes.
        Hoy, nuestro jardín botánico es una pieza dramática para los que conviven allí, sus fieles visitantes, investigadores, educadores, profesionales y técnicos, creyentes de que él sí forma parte de nuestra calidad ambiental y de vida y cuya presión del mundo real todavía no enceguece sus ideales o deseos de crecer aunque sea en complicidad.
        No es discutible el testimonio material de nuestro jardín, su nutrida exhibición de especies vegetales, una importante memoria en la Biblioteca Henri Pittier y el Herbario Nacional. En el edificio sede del Instituto Botánico, obra de Villanueva, se conjuga el arte de Francisco Narváez y W. Lam. Una laguna, llamada Venezuela, que resguarda hermosos lirios de agua y entre todo este recorrido se evidencia otra palma de Ceilán que alguna nueva generación volverá a ver florecer. En voz alta el gran jardín solicita ser el patrimonio protegido que una vez se decretó, cuando parecía existir mayor voluntad creadora y el ánimo de conservar lo creado. La escena del Jardín Botánico de Caracas se muestra a quien lo visita, aún se percibe el discurso ofrecido por su fundador, el Dr. Tobías Laser y el de su colaborador principal, un lujo de jardinero suizo, August Braun. Entonces, cuéntanos Caracas, ¿qué esperas para engalanarte con este gran lugar?