EN LUGAR DE UN ARTÍCULO. 1958
Sigfried Giedion: ¡Qué ven mis ojos, amigo mío! ¡Estás pensando en ponerte a escribir?
Alvar Aalto: No, pero no queda más remedio, tengo que hacerlo.
SG: Pero esto es inaudito; creía que eras uno de los pocos arquitectos, si no el único, que no escribía, que sólo construye. ¿De verdad quieres hacerlo?
AA: Por supuesto que no, pero ¿qué remedio me queda? Me lo ha pedido Wickberg y también las buenas maneras aconsejan escribir el artículo.
SG: ¿Sobre qué piensas escribir?
AA: No lo sé
SG: Pero si has sido profesor, algo podrás escribir, así sin más.
AA: Para mí, ese “no lo sé” es un asunto serio. Precisamente cuando era profesor en Estados Unidos tenía que hablar y escribir bastante. Mis alumnos querían saber mucho; preferentemente, saberlo absolutamente todo. Entre otras cosas me preguntaron cómo se hacía un buen arte. Yo les contesté: “No lo sé”. El impacto fue catastrófico, hasta el punto de que un día los padres de un alumno mío vinieron desde lejos, desde más allá de Vancouver, para hablar conmigo, y lo primero que me dijeron fue lo siguiente: “Pagamos setecientos dólares cada trimestre por los estudios de nuestro aplicado hijo y el profesor dice: ‘No lo sé’”. Esto probablemente puso fin a mi corta carrera como profesor.
SG: Pero si hasta has escrito poemas. ¿Por qué no les entregas uno y sales del paso?
AA: No debes ser consciente de lo que dices, querido amigo. Dios creó el papel para que en él se dibuje arquitectura; todo lo demás ―por lo menos para mí― es un uso impropio del mismo; Torheit (necedad) que diría Zarathustra. Claro que he escrito poemas, pocos, aunque sin duda buenos, pero se han escrito en arena, y los poemas escritos en arena no son adecuados para editoriales o revistas. Su editor es el viento, un magnífico editor.
(Sócrates: así sucede en todas las artes; todas utilizan palabras, pero sólo aquellas palabras propias de un determinado objetivo artístico. También hay artes en las que no es conveniente hablar; nacen mejor en el silencio)
No publicaré poemas, pues. Preferiría publicar documentación de mis obras, pero es extensa y no resulta apropiada para una revista.
SG: ¿no crees que de todos modos deberías escribir algo?
AA: el horóscopo de hoy para la arquitectura no es bueno, lo cual no tiene demasiada gracia. El paralelepípedo de vidrio y metal ―el inhumano purismo dandi de las grandes metrópolis― ha conducido a una forma de construcción que no tiene vuelta atrás; el camino se cierra.
SG: Pero también hay muertas de una arquitectura viva y humana.
AA: Cierto pero la que acabo de mencionar es más popular en este mundo naif. Peor aún: ha llevado a la búsqueda del contraste; la búsqueda incompetente y falta de juicio, de la variación. Las zonas residenciales con sus masas de construcciones diferentes, artificialmente rebuscadas: la diversidad de motivos nos e corresponde con la valiosa y bella naturaleza de las variaciones biológicas que encontramos en el ser humano. Muchas veces son como las exposiciones de las ferias comerciales y, en el caso de los edificios públicos, destaca el formalismo cimentado en la propaganda del diseño industrial y la horrorosa falta de proporción de los automóviles norteamericanos. Los niños adultos juegan con curvas y tensiones que no dominan. Por encima de todo ello, flota una mentalidad al más puro estilo de Hollywood.
SG: y el hombre queda en el olvido…
AA: La arquitectura ―la verdadera― sólo existe allí donde el protagonista es ese pequeño hombre común y corriente, allí donde él es el centro, con su tragedia y su comedia.
Pallasmaa, J. 2010. Conversaciones con Alvar Aalto. Barcelona:Gustavo Gilli.
sin duda Alvar Alto es un Maestro por no pretender saberlo todo y un Artista por hacer lo que debe en el lenguaje mas sencillo y menos rebuscado.
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