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NO CABE DUDA DE QUE EL RASCACIELOS atrapa nuestra imaginación porque es el arquetipo de edificación privada o pública que irrumpe en un lugar para imponerse. Satisfacer el sueño del promotor del proyecto, ya sea por prestigio como por marcar algún récord, escribir el nombre de una ciudad en la mente de todos o por vanidad, es también la oportunidad para crear el lugar esperado por un colectivo —con diversos intereses— y su arquitecto. Un encargo por pocos realizado establece un vínculo entre los miembros del equipo de proyectos, el entorno, los lugareños, la industria de la construcción del país o región y quien demanda el encargo.
El desarrollo del Durj Dubai, proyecto que especula sobre la construcción de una edificación de más de 828 metros de altura —el doble de las Petronas en Kuala Lumpur, de 1998—, se basa en la tecnología en investigación que incorpora nuevos sistemas de circulación vertical, nuevos materiales con atributos no imaginados para su resistencia a la compresión, e incorporación de avances en los sistemas de amortiguadores con fluidos densos para efectos de los vientos y sismos; y su arquitectura hace suya la propuesta de de Frank Lloyd Wright, hecha en 1956: el Mile High, ejercicio de proyecto utópico para Illinois. Empero, el lugar está en construcción partiendo de un paisaje natural (lo preexistente) que poco aporta al proyecto y, por otra parte, el proyecto es mudo y no se divierte con el paisaje para crear un lugar.
A pesar de que se sigan ideando rascacielos funcionales, en nuestras latitudes se están proyectando edificios altos que reflexionan y dialogan con una propuesta de ciudad, lugar y espacio público con calidad, necesaria para que al vincularse con la urbe le ayude a resaltar sus valores para sentirse renovadas. Celebramos las propuestas que en esta dirección han hecho Senerman con la Titanium La Portada, primer edificio alto de Latinoamérica con certificación LEED (edificio verde); o las propuestas de espacio público que conecta el adentro con la calle de +arquitectos (Brahm, Bonomi, Gatica, Leturia y de la Jara) en el Edificio Corporativo CCU en Santiago de Chile; así como la propuesta de rascacielos con espacio público más allá del edificio y para la ciudad de Famiglietti en Caracas, para la nueva sede de la CAF.
El desarrollo del Durj Dubai, proyecto que especula sobre la construcción de una edificación de más de 828 metros de altura —el doble de las Petronas en Kuala Lumpur, de 1998—, se basa en la tecnología en investigación que incorpora nuevos sistemas de circulación vertical, nuevos materiales con atributos no imaginados para su resistencia a la compresión, e incorporación de avances en los sistemas de amortiguadores con fluidos densos para efectos de los vientos y sismos; y su arquitectura hace suya la propuesta de de Frank Lloyd Wright, hecha en 1956: el Mile High, ejercicio de proyecto utópico para Illinois. Empero, el lugar está en construcción partiendo de un paisaje natural (lo preexistente) que poco aporta al proyecto y, por otra parte, el proyecto es mudo y no se divierte con el paisaje para crear un lugar.
A pesar de que se sigan ideando rascacielos funcionales, en nuestras latitudes se están proyectando edificios altos que reflexionan y dialogan con una propuesta de ciudad, lugar y espacio público con calidad, necesaria para que al vincularse con la urbe le ayude a resaltar sus valores para sentirse renovadas. Celebramos las propuestas que en esta dirección han hecho Senerman con la Titanium La Portada, primer edificio alto de Latinoamérica con certificación LEED (edificio verde); o las propuestas de espacio público que conecta el adentro con la calle de +arquitectos (Brahm, Bonomi, Gatica, Leturia y de la Jara) en el Edificio Corporativo CCU en Santiago de Chile; así como la propuesta de rascacielos con espacio público más allá del edificio y para la ciudad de Famiglietti en Caracas, para la nueva sede de la CAF.
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