domingo, 16 de diciembre de 2012

Villanueva y el Pabellón de Venezuela en la Expo 67

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Moisés Chávez Herrera

La Expo 67 es uno de los casos de las llamadas Exposiciones Universales originadas a mediados del siglo XIX, y desarrolladas en la segunda mitad del siglo XX. Estas exhibiciones funcionan como “medio” para exponer y publicitar la producción, artesanal e industrial, de los distintos países del mundo.
    Inicialmente parten de una iniciativa local y pronto asumen una condición más general, desde el momento en que son comprendidas como vía para mostrar la producción cultural y tecnológica a un marco internacional, y así insertar los productos de cada país, a la dinámica del sistema capitalista internacional.
    En el año 1967, Montreal (Canadá) es la ciudad escogida para que la exposición se desarrolle. Una serie de pabellones tendrán la tarea de representar temas asociados al hombre y los avances tecnológicos pero, a la vez, estos edificios también intentarán reproducir como contenido a determinados países del mundo, valiéndose de los dos puntos anteriores para desarrollar la retórica de lo que encierran y de lo que muestran.
    Venezuela es uno de los países que se suman a esta muestra universal, y Carlos Raúl Villanueva es el arquitecto “principal” encargado del diseño de la edificación y de parte de la dirección de su construcción.
    Para ese año, este arquitecto venezolano se encuentra en su “fase madura” respecto a su labor profesional. Manifiesta una consecución de determinados principios y teorías artísticas y arquitectónicas propias de la modernidad (como, por ejemplo, aquellas de Le Corbusier) pero, a la vez, ciertas innovaciones y alteraciones de muchos de estos principios.
    Coincidentemente, esta es una época en la cual los “maestros de la modernidad” han evaluado sus “proyectos modernos” y han presentado extensiones o contraposiciones a estos. Villanueva entonces tiene la oportunidad de revisar las propuestas construidas durante la modernidad, reformular posturas y renovar sus criterios arquitectónicos a través de las convenciones contemporáneas; es “una puesta al día”.
    En esa fase se produce el caso excepcional de la Ciudad Universitaria de Caracas y destacan las propuestas asociadas a la vivienda, ya sea la producida desde la iniciativa privada o pública (Casa Caoma, Casa Clara Rosa Otero, Unidades del Banco Obrero).
    Destacan en esta última línea de “revisión y renovación” varios proyectos de carácter público y museológico, donde Villanueva asume una actitud independiente de la expuesta en las edificaciones “prototípicas” de la Ciudad Universitaria, y estos son: la ampliación del Museo de Bellas Artes, el Museo Soto y el Pabellón de Venezuela en la Expo 67 de Montreal.
    El Pabellón de Venezuela en la Expo 67 será un caso donde se reúnen ciertas reformulaciones de ideas modernas (Boîte à Miracles y Museo Moderno, de Le Corbusier), y se produzca la consecución y variación en torno a otros “ensayos”. Así se asocia a este pabellón la idea de la Obra de Arte Total, que es planteada bajo nuevas condiciones, distintas a las de la producida en la Ciudad Universitaria.
    ¿Qué hace distinta a esta Obra de Arte Total en Canadá? La asociación progresiva con la arquitectura de una serie de elementos tecnológicos, los nuevos dispositivos provenientes, en parte, de la tecnología utilizada en el marco de la Segunda Guerra Mundial, parcialmente vinculada a los medios de comunicación de masas y que, por otra parte, permitirá ciertas transformaciones en torno a las artes “tradicionales” o “clásicas”.
    La música electroacústica, los videos multimedia, entre otros, serán parte de los elementos componentes de esta nueva Obra de Arte Total, a cuya conformación se une la figura fundamental de Jesús Soto, otro “director” importante en esta reunión de artes y artistas.
    Por último, la difusión de la experiencia de la Expo de Montreal a través de los medios de comunicación de masas es fundamental para entender este caso. Surgen una serie de escritos que se publican fundamentalmente en periódicos y revistas internacionalmente reconocidos que, por un lado, describen la exposición, la reseñan y, por el otro, legitiman su valor a través de los escritores reconocidos que la interpretan.
    Allí, el Pabellón de Venezuela encuentra un lugar especial para ser reproducido y parte de su contenido es divulgado a través de los medios, pero también, interpretado a partir de ópticas determinadas.
    Así, la idea del “Pabellón Minimalista” cobra fuerza desde el momento en que este es interpretado desde la Revista de Arquitectura Architectural Forum como una escultura y entendido casi exclusivamente a partir de sus colores, materiales y otros elementos asociados a su aspecto exterior.
    La condición efímera de los pabellones permite que estas interpretaciones luego funjan como parte de los escritos “oficiales” que “exponen” y reproducen a esta edificación. El Pabellón de Venezuela de la Expo 67 perdura en la historiografía actual, definido aún bajo estos términos contemporáneos y a partir de ciertos escritos en nuestra actualidad pero, ¿qué es lo que sabemos de este pabellón?
    ¿Conocemos el Pabellón de Venezuela de la Expo 67, de Carlos Raúl Villanueva? ¿En realidad?
    Este escrito es un avance de las líneas de investigación expuestas en mi Plan de Tesis o Trabajo Final de Grado, denominado Villanueva y el Pabellón de Venezuela en la Expo 67: una Obra de Arte Total, de la Maestría en Historia de la Arquitectura y Urbanismo, en la Universidad Central de Venezuela, iniciada a finales del año 2009.

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