miércoles, 18 de diciembre de 2013

Al encuentro de las ventanas perdidas

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María Elena Hernández


Caracas transita el tiempo y con ella sus ventanas. Nos percatamos de un primer tiempo, es la primera ventana colonial tradicional, forma vigente hasta finales del siglo XIX. Compuesta de enrejados de madera o hierro, empotrados en repisas ornamentadas, voladas sobre las aceras e internamente delimitada por diferentes postigos que regulan la privacidad. Usada socialmente para categorizar viviendas y comunicarnos.


  Esta ventana poseía una riqueza espacial desplegada para advertir un mundo de sujetos y experiencias urbanas, no obstante, comienza a modificarse al introducirse el esquema parcelario de vivienda aislada denominada tipo quinta. Y es así como nos referimos a la segunda ventana, la de la casa quinta, propia del siglo XX, la que se vincula con sus patios o retiros.

  La tipología residencial quinta es emprendida por los arquitectos Manuel Mújica Millán, Tomás Sanabria y Diego Carbonell, vivienda aislada en un esquema parcelario que intenta desprender el uso residencial de la condición urbana. Las ventanas de una quinta no se ubicaban al borde de la calle, se alejaban de ella, interponiendo un retiro de frente o jardín, que garantiza el asilamiento y privacidad de sus habitantes.

  Con la aparición del edificio multifamiliar ocurre otro cambio visible que impulsa la tercera ventana: la del apartamento. De la misma manera que la quinta, el edificio residencial multifamiliar se emplaza en un lote guardando retiros, se aísla de la calle y genera espacios semiprivados como el área de ascensores y escaleras, estacionamientos y accesos comunes, cuyo uso incide en los modos de vida. El habitante de estos edificios se sitúa elevado, reside a 30 metros de altura, mirando desde su ventana, no los rostros de los transeúntes, sino las copas de los árboles, las techumbres de las edificaciones vecinas, el vuelo rasante de las guacamayas y alguna perspectiva del Ávila.

  En Caracas contamos con ensayos ejemplares que todavía podemos visitar, como las residencias Tabaré y Los Morochos, de los arquitectos Vegas y Galia; y las residencias Los Aleros, del arquitecto Mario Breto, entre otros; edificios que evidencian una actitud positiva ante el trópico y en donde la ventana y sus espacios intermedios, como balcones o solapes de protección solar, son estrategias arquitectónicas importantes que marcarán la formación de futuros arquitectos. 

  Las ventanas caraqueñas han cedido su valor social comunicacional en pos de la modernización de la ciudad. Elementos cotidianos para el encuentro y el intercambio, ahora, se han alejado, remontan alturas desde donde divisamos lugares invisibles. Son visiones del mismo escenario, arriba o abajo, en frente o detrás, es Caracas que desde diferentes rincones, nuevamente se muestra.

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