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EN VENEZUELA, EL PROCESO DE URBANIZACIÓN al margen de la ciudad formal ocurre con mayor evidencia con la aparición del petróleo (1929). Los asentamientos informales surgieron de una manera espontánea y se disiparon con “plan de machete” en los tiempos de la dictadura (1952-58), reubicándolos en superbloques. En otro momento, se barrieron áreas muy deprimidas y frágiles con planes de renovación urbana, como El Silencio (1944). Ambos casos diseñados por Carlos Raúl Villanueva y diametralmente diferentes en cuanto a propuesta de ciudad se refiere.
El fenómeno del zonning [1] en Caracas dio como resultado una alternancia de urbanizaciones y quebradas zonificadas como área verde, logrando una mixtura de tejidos urbanos en el valle principal y con dos extremos colmados de áreas urbanas informales: Petare al este y Catia al oeste.
En las quebradas Catuche y Anauco, arquitectos como César Martín logran convencer a la comunidad (1989-99) de salir de las áreas de riesgo para construir, bajo la figura de cooperativa, un ejemplo único, sin pretensiones y con mucha responsabilidad social.
Hay un antes y un después con el equipo de trabajo de los profesores Josefina Baldó y Federico Villanueva, basados en la experiencia anterior de la profesora Teolinda Bolívar en Julián Blanco (desde 1969). Se da un paso en las mejoras de barrios, partiendo de ellos como un activo. San Miguel en La Vega, es el primer barrio que construyó y destruyó una ingeniosa casa de la comunidad además de unas viviendas de vanguardia constructiva, diseñadas por los arquitectos Pintó.
Una tragedia natural y un cambio político en 1999, sumado a una mirada compasiva hacia los más desposeídos, generó una cantidad de concursos de “habilitación de barrios”. Debía priorizarse un primer frente de obra y generarse propuestas para homologar los barrios al resto de la ciudad. Los profesores Baldó y Villanueva los lideraron con el apoyo del Banco Mundial. Comenzaron con los barrios de Petare y La Vega. No hubo una fórmula única de proceder y proponer. Pocos lograron construir algo de lo planteado. Sólo algunas escaleras y rampas; casas de la comunidad (centros de ideologización) y embaulamientos de quebradas. Las viviendas de sustitución, necesarias para asegurar la construcción de redes de infraestructuras, escasearon. De los treinta y ocho planes dentro de la ciudad de Caracas, sólo Aguachina y San Blas lo lograron. Los planes se engavetaron congelados en un limbo y las instituciones responsables se disolvieron o se fusionaron con nuevos ministerios (1999-2006).
Las alcaldías del este, sin capacidad de inversión en vivienda y escasos recursos, sólo pudieron llegar a las mejoras de lo existente (como en Miranda 2008-2011); a la construcción de algunos equipamientos, como el ambulatorio de las Minas (diseño del Oscar Tenreiro 2007), el gimnasio vertical (diseño de los hermanos Pintó 2004), la escuela y el ambulatorio de Bello Campo (2008 de Franco Micucci); o las intervenciones de la casa de la comunidad y escuela municipal en el Pedregal (por la Alcaldía de Chacao en los últimos nueve años), que con calidad arquitectónica, atendieron la inmensa lista de carencias de los barrios y demostraron la transformación posible de la calidad de vida urbana , con intervenciones de buen diseño .
El gobierno socialista, por su parte, construyó un modelo de vivienda de sustitución, con bloques “trincote” (Taller Caracas hasta 2008), para ubicarse en los intersticios vacíos de la capital, como en el caso de la urbanización Sol del Ávila, al margen de la cota mil o en la cresta de San Agustín (con mayor número de pisos), sin un planteamiento urbano orquestado y con una limitada calidad arquitectónica propositiva. De las múltiples ubicaciones posibles de esas viviendas pareadas y de altura, se llegaron a ejecutar menos de una sexta parte de las prometidas. En todos los barrios aparecieron módulos hexagonales de dos niveles, para una nueva misión del gobierno, Barrio adentro (desde 2004).
Un esfuerzo de conectividad en San Agustín se logró con la construcción del primer funicular a la manera de Medellín. Integrar el barrio a la ciudad, sin embargo, implica una relación en dos sentidos, dar accesibilidad a los habitantes y convertir al barrio en el itinerario de cualquier ciudadano por las nuevas instalaciones de cobertura metropolitana.
Nuevamente, se hizo un alto en las intervenciones sobre áreas de barrios para invertir en la construcción de viviendas sin urbanismo (Ciudad Miranda 2007; Ciudad Caribia 2010) para damnificados de una nueva camada de tragedias naturales en los cerros habitados informalmente. Un sólo estrato social, sin mezcla de usos, construidos en terrenos de parques nacionales, zonas de reserva militar, áreas alejadas de accesibilidad, sin equipamientos o infraestructuras. La promesa de un techo a la conquista de votos. Lo importante: el número, no construir ciudad.
Las invasiones aparecieron como otra modalidad de auto suplirse de viviendas tras las pérdidas de sus bienhechurías en nuevas tragedias. Hoteles, edificios desabitados, galpones, centros comerciales en construcción (Sambil, La Candelaria) y el máximo exponente, una torre de oficinas con cuarenta y seis pisos se transformó en la nueva modalidad del barrio en vertical (Torre David 2008). Un nuevo frente de intervenciones distintas apareció en el repertorio de los barrios en los últimos dos años, a partir de las limitaciones presupuestarias de las alcaldías del este, en este caso la de Sucre. Por primera vez en la historia de los barrios, se califica el espacio público con la construcción de lugares de encuentro donde niños, coches y gente de la tercera edad pueden compartir. Así mismo, se instruye con conocimientos de albañilería, electricidad y plomería a ciudadanos mirandinos para que mejoren sus viviendas y adquieran un oficio. Dos modelos y una misma ciudad que clama por calidad, seguridad y conectividad (al agua, a la electricidad, a la vialidad, a las redes de información y a los medios). Un simple derecho ciudadano de disfrutar la ciudad deseada, integrada, pensada como una sola, aguarda impaciente por los hacedores de ciudad.
[1] Término para la zonificación de origen norteamericano en el momento de la modernidad
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